08 Dic Cookies de brownie
El frío ya ha llegado a la ciudad y promete quedarse a pasar el invierno con nosotros. Es tiempo de iluminación navideña, de nostalgia de los seres queridos, de resfriados y de… cookies de brownie para merendar.
A mí ya me apetece un «tecito» a media tarde y estas galletas o cookies de brownie son el acompañamiento perfecto para ello. Además, son más saludables que las tradicionales pastas de té británicas o las galletas de mantequilla. Uhmmm! Me encanta el contraste del sabor seco del té y el dulce del chocolate.
Si las haces con cacao de calidad (más del 70% de cacao) el sabor es más intenso y el contraste en la boca es delicioso. En casa las comen también en el desayuno, mojándolas en la leche de avena o de almendras o de chufa. También después de cenar como «un poquito de dulce» antes de ir a lavarnos los dientes.
Son facilísimas de hacer y muy agradecidas. Estas galletas dan mucho juego en la cocina porque permiten involucrar a los jóvenes de la casa en la elaboración. Son tan sencillas de preparar que no da pereza encender el horno de vez en cuando.
Si queréis ver otra receta de galletas, tenéis estas que preparé las navidades pasadas.
El origen de esta receta se encuentra en EEUU cuando, en 1930, el señor Kenneth y su esposa Ruth Wakefield decidieron comprar una casa en Massachusetts y convertirla en un hostal restaurante de carretera al que llamaron «Toll House Inn»
El negocio fue un éxito y, en poco tiempo, la comida de la señora Ruth fue muy famosa. Su fama se debía a la comida casera pero, también, a la costumbre de regalar a los comensales una ración de uno de los platos para llevar a casa y unas galletas para el postre.
La señora Wakefield preparaba las galletas con una antigua receta colonial. En cierta ocasión, olvidó comprar el chocolate en polvo y los frutos secos para elaborarlas y los sustituyó por trocitos de chocolate. El resultado fue una galleta de textura cremosa.
Fue tanta la aceptación, que publicó un libro de recetas en el que aparecía la de las galletas. Esto hizo que aún fueran más conocidas sus cookies.
Posteriormente, durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados de Massachusetts compartieron sus galletas con los soldados de otras partes de EEUU. Muchos escribieron a sus familias para que les enviasen las «Toll House cookies» y la señora Wakefield tuvo que responder a una avalancha de cartas en las que preguntaban por su receta.
Como consecuencia del éxito de las cookies, la venta de tabletas de chocolate Nestlé semidulce se disparó y, Andrew Nestlé, el fabricante de chocolate, llegó al acuerdo de proveer a la señora Wakefield durante el resto de su vida todo el chocolate que pudiera necesitar para elaborar sus cookies a cambio de poder imprimir la receta en la envoltura de la tableta de chocolate semidulce.
Ingredientes:
- 35 gr. de harina de trigo
- 1/2 cdta. de levadura química (levadura Royal)
- 1 pizca de sal
- 2 huevos XL
- 150 gr. de azúcar
- 1/2 cdta. de café espresso en polvo (pincha en este enlace y verás el que yo he usado)
- 1 cdta. de extracto de vainilla
- 30 gr. de mantequilla sin sal
- 150 gr. de chocolate negro (70% mínimo de cacao) de cobertura (yo he usado el de la marca Lindt)
- 20 gr. de cacao en polvo (yo he usado este)
- 100 gr. de pepitas de chocolate
Preparación:
Precalentamos el horno a 180ºC.
Untamos con un poquito de mantequilla una bandeja de horno y la cubrimos con papel de hornear.
Ponemos en un cuenco la mantequilla con el chocolate de cobertura, lo derretimos al baño María y lo dejamos enfriar.
En otro cuenco ponemos los huevos, el azúcar, el extracto de vainilla, el café soluble (en polvo). Lo batimos todo hasta que quede esponjoso.
En otro recipiente mezclamos la harina, el polvo Royal y la sal.
Una vez que se haya enfriado el chocolate, añadimos a la mezcla de la harina y removemos hasta que esté bien integrado.
Añadimos a esta mezcla las pepitas de chocolate y removemos un poco.
Ya tenemos nuestra mezcla preparada. Ahora, con una cuchara, vamos depositando pequeñas porciones en la bandeja que teníamos preparada, procurando que estén bien separadas unas de otras porque en el horno se expanden.
Las metemos al horno aproximadamente 8 minutos. Cuando veáis que la superficie aparece resquebrajada y brillante, es el momento de sacarlas y dejarlas enfriar sin quitarlas del papel de hornear.
Una vez frías, quedan blanditas por dentro y crujientes por fuera. O sea…¡Deliciosas!
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